Comentario
La decoración de las iglesias de los siglos V y VI concentraba en los elementos arquitectónicos y en algunas piezas nuevas, de carácter litúrgico, como los canceles y las mesas y soportes de altares, pero en las basílicas se han producido pocos hallazgos. Existió, además, otro sistema decorativo, a base de placas de arcilla y ladrillos con decoración a molde, que tuvo un empleo muy extendido en la Bética hasta el siglo VII, y que debe corresponder a otro tipo de construcciones, aún mal definido.
Este tipo de ladrillos se da también en el norte de África, pero no se puede establecer con certeza si existe una dependencia entre ambos focos, ya que las piezas africanas que aparecen en las Baleares corresponden a una relación directa de las islas, que no se mantiene con la Península. Los límites de sus hallazgos en el Valle del Guadalquivir y la costa andaluza indican una moda local, basada en la industria alfarera tradicional de la región.
Por lo que conocemos sobre la aparición de algunas de estas series de ladrillo, parece que se empleaban habitualmente con una misma decoración en cada edificio, y en un número muy elevado. Hay ladrillos en los que la zona decorada deja libres unas bandas laterales; éstos se utilizarían como ladrillos por tabla en techumbres planas o de doble vertiente, combinados con una estructura de madera. En otros casos, son placas alargadas o cuadrados de mayor tamaño, que podrían disponerse en forma de frisos.
Los temas de su ornamentación, a pesar de la abundancia de símbolos cristianos, no se pueden considerar como expresión de una iconografía definida. Se conocen ejemplares en Osuna, en los que la obtención del motivo se hace sobre una lápida romana de letras de gran relieve, y hay otro caso parecido en Arcos de la Frontera; parece que el único propósito es formar bandas animadas por la repetición de trazos en relieve, aunque carezcan de cualquier significado. Otra muestra de descuido es la frecuente aparición de crismones invertidos, que sólo cumplen la función ornamental de su trazado geométrico.
Hay un buen número de piezas con decoración geométrica; lo más habitual es una roseta o un círculo estrellado, con bandas alrededor y todo recortado en forma de puntas de diamante. El crismón aparece aislado, con espigas y palomas, o alojado entre columnas con un frontón o un arco avenerado encima. En una serie de Osuna se emplea la crátera entre columnas, rematada por un frontón con el crismón en el interior y con dos palomas sobre las vertientes; se trata de la descomposición del tema romano y cristiano de las aves bebiendo en el borde de un vaso, en el que el artesano no muestra especial preocupación por mantener el sentido eucarístico de la composición.
Con representaciones de caballos hay placas alargadas, también de la zona de Osuna, que representan a dos corceles en posición heráldica ante una palmera. De Lebrija procede una placa con representaciones figuradas en dos bandas superpuestas, que contienen la escena de Daniel entre los leones, una de las empleadas en los ladrillos norteafricanos.
En algunos de los ladrillos aparecen rótulos a los que debe otorgarse un sentido funerario como la numerosa serie de Bracarius, y muchos hallazgos proceden de tumbas. En tanto no se produzca una excavación adecuada de uno de estos conjuntos de ladrillos decorados será difícil comprender su destino.